viernes, 22 de mayo de 2015

Arquitas de Tarento (430 a.c. – 360 a.c.)



Biografía
Hipias fue uno de los cuatro grandes sofistas, junto a Protágoras, Gorgias Arquitas nació en Tarento (Magna Grecia, hoy Italia) entre los años 435 y 410 a. C.[1] Hijo de Hestieo, según Aristógenes, o de Mneságoras, según Diógenes Laercio. Fue comandante en tres guerras, y strategos de Tarento durante siete años (indicativo de su prestigio social ya que la ley prohibía la reelección más de un año. Condujo una reforma política en Tarento mediante la que llegó a ser la ciudad más rica y poblada de la Magna Grecia. A través de la construcción de memoriales, templos y otros edificios le dio lustre a la ciudad. Ayudó a dar nuevos impulsos al comercio al buscar asociaciones con con Istria, Grecia y África.
Arquitas de Tarento perteneció a los Pitagóricos, alumno de la escuela de Filolao. Fue amigo de Platón, al que conoció durante el primer viaje que éste realizó al sur de Italia y a Sicilia en 388/7 a. C., tras la muerte de Sócrates. En su Carta Séptima, Platón asegura que Arquitas trató de rescatarlo en sus dificultades con Dionisio II de Siracusa, mediante una carta de recomendación y enviando un barco a Sicilia en 361 a. C.. Para algunos autores fue el maestro pitagórico de Platón y para otros su discípulo.
Enseñó matemáticas a Eudoxo de Cnidos,[2] siendo a su vez maestro de Menecmo. Fue la primera persona en lograr una buena aproximación al problema de la Duplicación del cubo,[1] y uno de los primeros que, tras Pitágoras, trabajó en el conocimiento conjunto de la Aritmética, Geometría, Astronomía y Música, el Quadrivium, así como de la Acústica, acotando las matemáticas a disciplinas técnicas, con la cuales se cree haya inventado la polea, el tornillo y una especie de mecanismo articulado con alas con el que, aunque sin éxito, intentó volar. Influenció a Euclides.
Según Aristóteles fue el inventor del sonajero.[ ]Según cuenta Horacio en una de sus odas, Arquitas falleció en un naufragio en las costas de Apulia entre los años 360 y 350 a. C.[1] Horacio escribió que su cuerpo permaneció sin sepultura en la orilla hasta que un navegante le echó arena encima, pues de otra forma habría vagado en este lado del Lago Estige durante cien años.
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